Decepciones a la holandesa, por @dlansberg

(Apologies for the Spanish post. Hace unos días, la misteriosa plana mayor de El Universal le comunicó a varios de sus columnistas de opinión que ya no publicarían...

Holanda(Apologies for the Spanish post.

Hace unos días, la misteriosa plana mayor de El Universal le comunicó a varios de sus columnistas de opinión que ya no publicarían sus columnas. Esto hace pensar que la venta del diario más longevo de Venezuela va a implicar un sesgo hacia el gobierno. 

Uno de los columnistas afectados es nuestro amigo Daniel Lansberg. Como cortesía hacia él, y como una manera de demostrarle a El Universal que si cierran las puertas nos colaremos por la ventana, publicamos la columna censurada.)

Decepciones a la holandesa, por Daniel Lansberg

A consecuencia de mis raíces curazoleñas, y de mi familia de los Países Bajos, siempre he sentido una gran afinidad por el pueblo holandés. Cada cuatro años me animo a gritos para que la naranja mecánica sea victoriosa –y vamos a ser claros, obviamente ¡eso si fue penal!– y al llegar el plato de quesos a mi casa, seguro que un buen gouda tendrá el puesto de honor. Del mismo modo, Holanda tradicionalmente me ha puesto bien fácil mantener mi lealtad, ya que su gobierno tiende a cometer burradas, o avergonzarse a si mismo, mucho menos que el venezolano o, por ejemplo, el de los Estados Unidos, España, Brasil, etcétera.

En parte, debe ser por eso que me han pegado tanto los eventos de estos últimos días, en el cual Hugo “El Pollo” Carvajal fue liberado cuando autoridades de la cancillería holandesa anularon una decisión judicial arubeña, mientras que Caracas apasionadamente declaraba que la detención era ilegal y violaba los tratados internacionales.

Tristemente, en un país como el nuestro, donde el gobierno guarda celosamente sus secretos, y amordaza los medios de comunicación sin compunción ninguna, la manera mas probable de que se lleguen a conocer los crímenes de este gobierno, sea que se investiguen en el exterior. Esto hubiera sido una buena oportunidad para comenzar, pero no se dio – y lo que resulta es una historia en donde nadie termina quedando bien:

Claramente los Estados Unidos no ha debido intentar esa captura sin saber antemano que podían contar con el apoyo, no solo de las autoridades antillanas, sino de las holandesas también. Es decir, si te la vas a tirar de “imperio”, la regla #1 del imperialismo es que los gobiernos en la colonia no son los que toman las decisiones. Léanse un libro de historia – “thank you!”

Por su parte, Venezuela no debe estar auspiciando criminales, pero con el gobierno que tenemos eso es de esperar, y no gastaré mas palabras tratando de explicar por qué.

Pero Holanda, como el tradicionalmente buena conducta del trío, era el que tenía que haber cumplido. Fue con Holanda que permanecía la autoridad final sobre el caso. Por mas que, como nación, no les guste meterse en rollos internacionales, aun no entiendo bien porque fue que decidieron de esa manera.

Según Aruba y los EE.UU. fueron las amenazas venezolanas en contra de Las Antillas lo que los intimidó. Según Nicolás Maduro es porque el gobierno neerlandés es uno con “claridad, valentía y buena voluntad”. Mientras tanto, Holanda asegura que la decisión fue basada totalmente en legalismos objetivos –los tratados internacionales y la convención de Viena del 1961.

Otros suponen que fueron intereses económicos que resultaron decisivos: Aruba apoyaba los EE.UU. porque el turismo norteamericano les genera mas ganancia que el nuestro, y Holanda apoyó a Venezuela por los negocios entre la Dutch Shell y PDVSA. Me gustaría pensar que no vivimos en un mundo tan cínico, en que los cálculos morales se determinan a través solamente del autointerés, pero, por lo visto, ¿quién sabe?

En conclusión, quedo profundamente desilusionado, pero en caso que este artículo lo este leyendo Su Majestad el rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos, príncipe de Orange-Nassau, etc., etc., etc. (¿quien sabe? ahora que los nuevos dueños de El Universal son europeos) no se preocupe alteza. El gouda se quedará en mi nevera, y mis lealtades futbolísticas en mi corazón. Denle las gracias a Venezuela, que lleva quince años enseñándome como seguir amando a un pueblo por mas que su gobierno te decepcione.

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