Sobremesa chronicles

In the last few days, a document has been circulating. In it, sixty well-known Venezuelan economists (most of whom I appreciate and admire) make a list of urgent...

bienmesabe2In the last few days, a document has been circulating. In it, sixty well-known Venezuelan economists (most of whom I appreciate and admire) make a list of urgent measures Nicolás Maduro has to undertake.

You know what’s missing from it? The pressing need … to privatize.

Oops. Did I say that out loud?

In Venezuela, it seems, the mere mention of the word makes you the target of scorn, bile, and the occasional rock. Yet it’s urgent that we begin arguing about it – not so much the need for privatization, but where to begin.

I went to town with this idea in Prodavinci. Here is my favorite part (sorry, in Spanish):

Esta idea genera muchos anticuerpos, pero hay que superar ese trauma. ¿Acaso un Estado quebrado e ineficiente va a darle a la CVG los recursos que necesita? ¿Acaso el Estado ha logrado solucionar los problemas serios de agua potable, de nuestro lentísimo Internet, o de los apagones que frenan el desarrollo? Con la crisis fiscal que tenemos, ¿de dónde van a sacar Corpoelec o CANTV los recursos necesarios para invertir en una infraestructura de calidad?

El por qué la privatización es un tabú probablemente responde a los veinticinco años continuos de ataques injustos que ha recibido. Desde que se comenzó a privatizar a fines de los años 80, la idea de sacar al Estado de actividades que no le incumben ha generado virulentas acciones por parte de actores políticos, tanto del chavismo como de la oposición.

La razón principal radica en que las empresas estatales son un instrumento fácil de fomento del “pónganme-donde-hay.” Lo que más disgusta a nuestros políticos clientelares es que se les limite la capacidad de colocar a “compañeritos” o “camaradas” en lugares donde puedan disfrutar de una cómoda vida a costillas del erario público. SI bien en teoría una empresa estatal podría ser viable, nuestra praxis criolla nos indica claramente que creer eso es alimentarse de ilusiones.

The key issue here is why we shy away from this debate.

Let’s see if my Friday afternoon “sobremesa” topic generates as much controversy as the last one.

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