Book Club: Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario (Parte I)

The book club moves forward with Rodrigo y la primera mitad de la obra de Carlos Rangel: “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario”. Como el libro es en castellano, lo discutimos en castellano.

Como diría Jean-Francois Revel: “No es que todo cuanto se dice sobre Latinoamérica sea falso, pero el conjunto da una idea falsa”.

Rangel hace un sesudo análisis de cada uno de los argumentos (¿excusas?) presentados por pseudo-intelectuales para justificar el subdesarrollo de Hispanoamérica en relación con sus vecinos del Norte. Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario tiene como objetivo derrumbar esos mitos y dogmas.

Y sí, Hispanoamérica. Aquí no se viene a hablar de Brasil. Esa distinción es primordial en la tesis de Rangel, quien afirma que además de compartir un idioma y una religión, Hispanoamérica tiene un pasado común y las mismas angustias para el futuro.

“Latinoamérica se convierte en un mundo prescindible […] porque la tecnología habrá podido —en gran medida lo puede ya— sustituir industrialmente nuestros ofrecimientos monoproductivos. ¿Seremos, entonces, un vasto Continente de mendigos?” se pregunta Rangel.

Y luego, el autor se centra en una pregunta aún más vergonzosa para nosotros: ¿Por qué los Estados Unidos, teniendo condiciones naturales menos favorables o iguales, logró en los mismos tiempos un éxito mucho mayor?

A esta pregunta se le han dado —particularmente desde la izquierda revolucionaria— varias respuestas.

La más común —típica del chavismo—, es que estamos así porque el Imperialismo Yanqui ha explotado y oprimido a los pueblos nuestramericanos. Rangel quiebra minuciosamente este argumento, incluso utilizando a Marx y Engels, al explicar que las diferencias en el desarrollo de las naciones se debe a ventajas naturales y a avances tecnológicos.

Esta confección de Lenin, la teoría del pueblo oprimido, probablemente tuvo su origen al ver que las economías capitalistas (y sus respectivos proletariados) no hacían sino progresar: “De alguien más se tienen que estar aprovechando”, habrá pensado. Y eureka, ahí estaba el tercer mundo, una víctima perfecta para apuntalar una conclusión sin pruebas, en lo que probablemente fue un acto de sapiencia digna de los revisionistas. The money quote:

“[…] hacia fines del siglo [XIX], ya no fue posible esquivar más la evidencia de que el sistema capitalista no se estaba aproximando a ninguna crisis final en Inglaterra, Francia, Alemania, etc. En lugar de la pauperización progresiva y desesperante de los trabajadores, los salarios reales no cesaban de aumentar. En lugar de atascarse el aparato económico por ausencia de inversión de capital acumulado, la ingeniosidad de los financistas parecía inagotable […]

Es en este contexto que se comprende el revisionismo de Hobson, Hilferding y Lenin, al proponer que en la relación imperialista se encontraba la clave de la inesperada fortaleza del sistema capitalista en los países avanzados […] a partir de ese supuesto, el principal escenario de la lucha contra el sistema capitalista y por la revolución mundial debería desarrollarse no en las metrópolis, como habían supuesto Marx y Engels, sino en los países coloniales y dependientes, de la periferia […]”

Pero no queda ahí, ¿acaso todas las economías exitosas deben su éxito a las colonias? Sobran ejemplos que demuestran lo contrario. Al mismo tiempo, en pleno auge de la tesis leninista, los países de Hispanoamérica realmente no estaban en la misma posición que algunos países asiáticos y Africa. Eran órdenes más prósperos. Tomando el ejemplo extremo de Argentina, que para 1900 era una de las naciones más prósperas del mundo, más próspera que Canadá y Nueva Zelanda, e inclusive que algunas de sus contrapartes Europeas. Desarrollo que alcanzó, además, en pocas décadas gracias a las políticas liberales de Sarmiento y que desechó, también en pocas décadas, con Perón (quien voluntariamente se asumió como tercermundista).

Más allá de eso, estos buenos revolucionarios, en búsqueda de la liberación de los pueblos, optaron por una agenda antiamericana conveniente, por una que los llevó al vasallaje soviético. Al final no se trataba de honestidad, ni de elevar la calidad de vida de la gente. Se trataba de antiamericanismo.

Según Rangel, no pudimos tener el éxito relativo que tuvieron los norteamericanos en gran parte porque nunca lo aspiramos. Solo pocos lo hicieron (Bolivar, Miranda y Bello entre ellos). Pero quizás porque solo la elite criolla recibiría beneficios tangibles de las revoluciones independentistas. Las masas mestizas, pardas, y mulatas seguirían igual de oprimidas ya sea bajo el mando de los blancos criollos o los peninsulares.

Al final, los que determinaron el futuro de la región fueron los militares segundones y caudillos regionales quienes no tenían aspiraciones continentales sino que se conformaban como un pequeño feudo. Y ninguno de esos feudos, muchos reducidos a la barbarie, podrían hacerle frente a lo que se gestaba en Estados Unidos: una serie de colonias unidas, bajo ideales liberales y donde cada individuo podía ser propietario de la tierra que mejorase. Rangel además hace especial énfasis sobre el lugar que los estadounidenses dan al imperio de la ley:

“[A la sociedad norteamericana] más [le] vale soportar una ley deficiente, y aún mala, hasta poderla modificar mediante un procedimiento regular, que (y mucho menos solicitar) su enmienda o abolición por un acto de fuerza, sea autocrático o revolucionario”.

Lo que me deja un poco insatisfecho de la obra, es el mapa conceptual que deja Rangel. A pesar que desmonta estos mitos, no elabora explicaciones alternativas con el mismo nivel de detalle. Si bien fue el personalismo lo que estrechó las ambiciones de los hispanoamericanos, ¿cómo fue que se originó? ¿Qué querían las élites con estas revoluciones si no aspiraban que las masas vivieran en igualdad? ¿O quizás es que carecemos de ese necesario respeto por el imperio de la ley?

¿Qué opinan sobre el mythbusting de Rangel? ¿Es suficiente su explicación de el antiamericanismo como consecuencia de la envidia? ¿O simplemente Rangel está minimizando el intervencionismo estadounidense? ¿Ha sido EEUU un modelo a seguir en el pasado? ¿Lo es hoy?

El libro está escrito con una claridad impresionante, lleno de anécdotas, citas y color. Sin embargo, no me deja de parecer que el tono del autor es de soberbia, y quizás por esto, solo predica a los convertidos ¿Les parece esto cierto?