¿Una elección solo para villanos?
El Guasón envió invitaciones exclusivas para su penosa “mega elección”. Unos cuantos supuestos adversarios están en lista mientras otros hablan de traición. ¿Presentarte te hace un villano o vale la pena ir?


Aún se respira un aire de duelo y trauma que no parece disiparse. Hace un año, en mayo de 2024, crecía una esperanza tímida que se expandía a medida que nos acercábamos a finales de julio: era la primera vez desde que el Guasón se había adueñado de Gotham que tantos sentían que las cosas podían cambiar. A pesar de las miles de dudas y de los años de resentimiento sobre los políticos, algo se movía.
El Guasón, envalentonado, se postulaba hablando de baños de sangre y acosando a sus enemigos en campaña—mostrándole al mundo su capacidad de manipulación y crueldad—frente a un viejo funcionario desconocido que logró aglutinar el respaldo popular. En las calles se comentaba lo que hoy parece impensable: “¿Qué hará el Guasón? ¿Será que esta vez sí se puede? Son criminales, pero yo igual voy a votar”.
Lo que ocurrió fue la confirmación más brutal de que ganar elecciones no basta contra una liga de supervillanos y gánsteres. El Guasón y los suyos cometieron el robo más descarado que se recuerde y regresaron a su guarida dejando un reguero de muertos y desaparecidos en el camino. Y la oscuridad volvió a caer.
El hijo del Guasón también eleva su perfil, consiguiendo entrevistas con locutores que antes desafiaban la censura. El joven villano presume de cómo la gente acude a los mafiosos enchufados para resolver sus problemas, sabiendo que sólo ellos pueden hacerlo gracias a su propia red de extorsión. Ahora, el Guasón y su combo preparan una fiesta exclusiva de la que saldrán los nombres para conformar el nuevo parlamento y gobernar los 23 estados existentes—y uno imaginario. Parece la fórmula rápida para dejar atrás los sucesos del 28 de julio y plantarse como los verdaderos dueños de la ciudad. Para ello, invitaron incluso a un par de antiguos adversarios y sus séquitos.
Los invitados especiales
En la lista figura un viejo gobernador que hace años dejó de confrontar a los villanos mientras los alcaldes de su estado caen como moscas. Lo acompaña Harvey Dent, un abogado venido a menos que lleva años intentando volver a ser la cara de la oposición, pero que últimamente ha preferido hacerlo negociando con el régimen en lugar de reconectar con la gente. Cuando alguien comenta lo sorpresiva que fue la habilitación de Dent, una periodista cercana a él responde que “bastante se trabajó por eso” y que la inhabilitación previa fue una “retaliación ilegal”. Cabe entonces preguntarse si las inhabilitaciones de otros políticos presos o prófugos son menos ilegales o igual de reversibles.
También se presentan figuras como un excandidato presidencial derrotado por el Guasón en las elecciones de 2018, y un exdiputado que fue capturado y torturado por el régimen ese mismo año. Este último regresa como la cara novedosa de una alianza de políticos de vieja data que ahora quieren acomodarse dentro de la arquitectura institucional del Guasón, esgrimiendo la vieja tesis de no seguir cediendo espacios a las mafias. Pero lo hacen no tanto apostando por el cambio político, sino por la supervivencia en el sistema, buscando cooperación con los villanos para gobernar, pedir concesiones e intentar resolver uno que otro problema de servicios públicos. Parece que no queda otra.
En cambio, el Guasón calcula que las posibilidades de que Dent, el gobernador y la heroína escondida cooperen son ínfimas, que aún hay tiempo de desgastarla a ella y de posicionar a estos dos como los políticos con mayores cuotas de poder.
En la fiesta del Guasón está prohibido meterse con nadie: estás en su casa, bajo sus reglas, sus trampas, bebiendo su ron. El desafío para quienes asisten al evento y aún pretenden llamarse adversarios es mucho más complejo que simplemente proteger espacios o evitar que una gobernación caiga en manos de un villano. Los que pueden participar con cierta trayectoria en Gotham lo hacen porque ya no representan una amenaza para el régimen o porque no están dispuestos a provocar más disrupción.
Lucius Fox y el Comisionado Gordon, como dos figuras que han intentado animar el cambio, ilustran esta idea: uno está preso y el otro no está invitado a la fiesta. Aunque han criticado a la última heroína que Gotham ha tenido, ambos la han apoyado y han demostrado voluntad de trabajar con ella. Fox, antes de caer preso, denunció el robo del Guasón en televisión nacional y acompañó a sus víctimas. Gordon insiste en enfrentar al Guasón por métodos convencionales, pero aún no tiene recursos ni apoyo suficiente.
En cambio, el Guasón calcula que las posibilidades de que Dent, el gobernador y la heroína escondida cooperen son ínfimas, que aún hay tiempo de desgastarla a ella y de posicionar a estos dos como los políticos con mayores cuotas de poder.
La picadora de carne del Guasón
Los participacionistas insisten en que no están pasando la página del 28 de julio, y que ese triunfo robado debe replicarse tantas veces sea posible, aunque los candidatos del Guasón puedan sentirse con el mismo derecho que su jefe a robarse estas elecciones. Para los primeros, un paso clave para no convertirse en villanos es demostrar con evidencia que tienen los votos—o que en realidad perdieron y no les regalaron una curul o una gobernación, como hizo el Guasón con sus secuaces nuevos en 2020.
Pero una vez el candidato gana y el régimen acepta su investidura, la experiencia desde el 2021 nos dice que debe dejar de ser oposición abiertamente. Criticar al Guasón, o apoyar con recursos y maquinaria a un liderazgo disruptivo, ha significado prisión y exilio. ¿Es posible ejercer una investidura defendiendo los intereses de unos electores que necesitan el cambio político y, al mismo tiempo, mejoras radicales en su calidad de vida? ¿Es viable no convertirse en cliente del Estado desde una gobernación?
La líder sacudió la escena hace poco anunciando que varios compañeros escaparon del sitio del Guasón y salieron vivos de Gotham. Pero insiste en que Capitán América debe ser quien intervenga para liberar la ciudad.
Para muchos votantes es imposible sentirse representados por unos gobernadores que no se inmutan por la represión en sus estados y que guardan silencio ante robos y expropiaciones.
El trabajo de la falsa oposición ha sido insultar y tildar de traidores a todos los que el Guasón y su entorno detestan. Es probable que quienes permitieron las candidaturas de Dent y sus camaradas esperen que continúen por ese camino, al menos por ahora. Hoy, el cargo y la elección suenan a un fin en sí mismos. No sabemos qué propondrán los candidatos a diputados si llegan al parlamento, pero lo mínimo que se espera es que no sigan contribuyendo a la fragmentación del antichavis… perdón, anti-guasonismo.
¿Es posible ser un héroe?
Los adversarios duros del Guasón siguen aturdidos tras las golpizas encajadas en los últimos meses. Muchos están presos, otros huyeron y algunos permanecen escondidos. La líder sacudió la escena hace poco anunciando que varios compañeros escaparon del sitio del Guasón y salieron vivos de Gotham. Pero insiste en que Capitán América debe ser quien intervenga para liberar la ciudad.
Más allá de su llamado a boicotear esta fiesta, esta heroína se ha quedado sin herramientas para acompañar a la gente y seguir sembrando esperanza. Su discurso busca alinearse más con un Capitán América que no cesa de estigmatizar a los habitantes, que con construir capacidades de acción en Gotham.
Cualquier figura que hoy reciba el manto de esa heroína sería un hombre muerto. Destrancar el juego puede tomar años, quizás décadas. El país vuelve a necesitar de líderes anónimos y pedagogía de calle: crear redes y combatir injusticias en el día a día, como hacen los maestros, los pensionados, los sindicalistas y los familiares de víctimas.
Se asoma una reforma constitucional que podría ser el primer gran reto de los no-guasonistas que lleguen (si llegan) al parlamento. Tal vez la única forma de frenarla sea desde dentro del sistema, colando modificaciones y tratando de convencer a ciertos socios del Guasón de que esto también es peligroso para ellos. ¿Es posible eso? ¿Por qué los villanos siguen postergando la enmienda constitucional? A simple vista, los candidatos no guasonistas no parecen estar hablando mucho de esta amenaza, y repiten el mantra de que hay que votar y votar, que el voto es un derecho que debe ejercerse sin importar lo que pase. Pero la gran pregunta es qué harán los no-guasonistas con su investidura.
Lo mínimo que se espera de quienes asisten a la fiesta del Guasón es que encarnen un modelo de liderazgo que dé esperanza, que exprese una empatía genuina por el dolor de tantas familias y que construyan redes de colaboradores—dentro y fuera de Gotham—para aportar algo a la causa del cambio. De los viejos políticos no hay muchas expectativas. Pero los cuadros jóvenes tienen la responsabilidad de actuar con rapidez y romper con las prácticas de los viejos partidos.
Primero, tienen que ganar el domingo. Y luego salir de la fiesta ilesos. La mesa está servida para una ceremonia del absurdo.
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