¿Pueden Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez arrasar con la educación que queda?

Las universidades enfrentan otro anuncio crítico con la eliminación de pruebas internas en un contexto en que el rendimiento escolar se desploma. Dos viejas “promesas” lideran estos cambios #NowWhatVenezuela

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El humillante devenir de Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez

Cuando Maduro modificó su gabinete en agosto de 2024, en medio de una campaña de violencia tras el fraude electoral, todos nos concentramos en la llegada de Diosdado Cabello al Ministerio de Interior y en la de Delcy Rodríguez al de Petróleo para relevar al coronel estrella, Pedro Tellechea, que fue apresado poco después. Pero otros nombramientos muestran cómo Maduro y su cúpula juegan a humillar a viejas caras y hombres “promesa” en sus propias filas sin tener que purgar, hablar de gestiones deficientes o recurrir al viejo discurso anti-corrupción.

Fue el caso de Héctor Rodríguez, alguna vez considerado el niño mimado de Hugo Chávez, y el primer hombre en felicitar a Maduro por su “victoria” en las horas más inciertas del 28 de julio, cuando las mesas ya habían cerrado y todos sabían quién había ganado realmente. A Rodríguez lo despojaron de la gobernación de Miranda para dársela a un burócrata chavista que nadie conoce (hoy gobernador electo) y lo pusieron a dirigir la cartera más trágica del Ejecutivo.

Héctor Rodríguez intentaba posicionar durante años a su Movimiento Futuro como una alternativa fresca a las marcas registradas de represión y corrupción de Maduro y Cabello, enfatizando la inclusión de los jóvenes y el trabajo de las comunas y los movimientos sociales afiliados al chavismo (comillas ahí). Pero como Ministro de Educación, ha tenido en cambio que dedicarse a lidiar con uno de los subgrupos de la población que más sufre, más protesta y más ruido hace: los docentes, justamente los profesionales encargados de formar al verdadero futuro de Venezuela.

Los maestros de Venezuela no pueden permitirse callar un rato y repensar estrategia, como sí hacen los políticos; ellos tienen que seguir presionando y buscando cómo sobrevivir cobrando salarios de hambre, trabajando en planteles que se derrumban por la falta de inversión y cuidado, y viendo cómo desertan colegas y estudiantes, vaciando un ecosistema educativo que quizás no sea posible restaurar por décadas. Según una consulta pública realizada por la ONG Fundaredes en 2024, 72% de los maestros venezolanos ya no están activos en el sistema escolar, y la matrícula escolar ha caído un 46%. El mismo informe revela que sólo 28% de los salones de clase en toda Venezuela están funcionales.

También está el caso de Ricardo Sánchez, actual ministro de Educación Universitaria, que de hecho fue oponente de Rodríguez cuando ambos eran dirigentes estudiantiles en la Universidad Central de Venezuela. Sánchez, en aquel momento opositor, dirigía la federación de centros estudiantiles de la UCV, como una de las figuras jóvenes que hacía campaña contra la enmienda constitucional de cara al referendo del 2007. Y Rodríguez, marxista declarado y líder en la facultad de Derecho, fue después fundador y primer presidente de las Juventudes del PSUV.

La historia de Sánchez es conocida: pasó de ser diputado suplente de María Corina Machado en el parlamento del 2010 a ser uno de los primeros opositores en saltar la talanquera y unirse al chavismo. Su misión es completar lo que el chavismo no ha podido lograr en 25 años: intervenir y conquistar a las universidades públicas que aún se mantienen en pie, particularmente al alma máter de Sánchez y Rodríguez. En el momento de su nombramiento, Maduro le encomendó a Sánchez que despachara de 7 a 9 am desde su oficina y el resto del día se fuera a las universidades a hacer “trabajo de calle”, en espacios donde quien lo reconoce seguramente lo desprecia. En la UCV, la plancha del oficialismo sacó menos de 100 votos en las elecciones estudiantiles del año pasado.

La gestión de Sánchez ha tenido cierto éxito respecto a su misión. A finales de junio, su ministerio anunció que no habría más pruebas de admisión interna de las universidades y que la asignación de cupos quedaba a cargo de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), con medidas como que los alumnos más destacados de los liceos públicos (que saquen entre 19 y 20 puntos, las calificaciones máximas en Venezuela) podrán ingresar a las carreras y universidades que prefieran sin que las universidades puedan determinar su nivel y desempeño reales. El mismo beneficio aplicaría para los alumnos con los tres mejores promedios de cada colegio privado (más información en esta nota de Efecto Cocuyo). Una preocupación más para el liderazgo de las universidades que ya se han pronunciado contra esto mientras ven cómo empeora el rendimiento estudiantil en Venezuela: no el que dicen las calificaciones que tienen, sino el que realmente se traduce en habilidades como comprensión de lectura y razonamiento numérico.

Más información: Según un estudio realizado por la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello para el periodo 2023/24, el rendimiento actual de los alumnos de bachillerato en Venezuela es precario. Después de aplicar 10 mil exámenes a muchachos en escuelas públicas y privadas, el estudio SECEL UCAB 2024 reveló que las notas promedio fueron de 7,84/20 en habilidad verbal, 7,51 en matemáticas y 7,61 en comprensión lectora. El promedio en matemáticas de los liceístas es casi dos puntos menos que el de los alumnos en colegios privados (7,74 vs 5,84), y 1,3 menos en habilidad verbal (8,02 vs 6,70).

¿Qué pasó después? El Consejo Universitario de la UCV anunció que va a continuar con su propio proceso de ingreso para el año entrante (el Sistema de Ingreso por Mérito Académico y Diagnóstico Integral, o SIMADI 2025), que ya está en marcha pronto incluirá un test con preguntas de razonamiento verbal, lógico y numérico.

La Amazonía pasa a ser el epicentro de la emergencia

Ya no son sólo los Andes y los Llanos las regiones en crisis por las lluvias extremas en Venezuela, sino que el sur y nororiente de Venezuela también se encuentran en situación de emergencia y riesgo creciente. El gobernador de Amazonas dijo que casi mil personas están siendo atendidas en refugios por la crecida del Orinoco, que presenta los niveles de agua más altos en al menos siete años. Al lado, desde la Amazonía brasileña, se habla de inundaciones históricas por la crecida de los ríos Negro y Amazonas, dejando a unas 52 mil familias afectadas allá (el año pasado, un evento similar dejó 127 muertos y dos millones de afectados en Brasil).

En Monagas hay 10 municipios afectados, y en Delta Amacuro, la nueva gobernadora sugiere que la cosa puede ponerse fea en cualquier momento, reportó Radio Fe y Alegría: hay tres zonas bajo amenaza por la crecida del Orinoco y ya están contando cuántas familias se verían afectadas y cuánta ayuda podrían necesitar. A todas estas, Maduro anunció la creación de un programa especial—la Gran Misión Madre Tierra—para la detección temprana y la prevención de desastres, quizás ya entendiendo que eventos como los de este año, o aquellos en Las Tejerías y Cumanacoa en años anteriores, seguirán repitiéndose por motivos que contamos aquí.

Tampoco cesa la represión

Todo el mundo lo sabe, aunque muchas víctimas deciden no hablar. Dice Rafael Uzcátegui, codirector de la ONG Laboratorio de Paz, que siguen saliendo casos y casos de desaparecidos en los últimos días, pero que el temor de las familias es tal que pocas están queriendo denunciar o visibilizar. En algunos casos sí, sin embargo. Rodrigo Pérez, jefe de comunicaciones de Vente Venezuela en Bolívar, está desaparecido desde el domingo. Lo mismo ocurre con Luis José Magallanes, coordinador del partido en Yaracuy. Aparte de ellos, hay 35 nuevos detenidos: trabajadores petroleros de las refinerías Amuay y Cardón (Falcón), y del Complejo Refinador Paraguaná (Anzoátegui), según informa Runrunes