Jesús Armas y el alto precio de desafiar a Maduro
El de Armas es un caso emblemático de persecución contra organizadores de la campaña electoral de 2024. Los aliados de María Corina y su partido siguen siendo los más golpeados


Que Jesús Armas no se escondiera tras lo sucedido el 28 de julio se escapa de nuestra comprensión, quizás por eso de que lo racional y el sentido de supervivencia y riesgo pueden nublarse, o achicarse, frente a las causas de justicia o de libertad. En especial en una zona de conflicto, como lo puede ser Venezuela para muchos desde el año pasado. Pasa con militantes y partisanos en tiempos de guerra. También con periodistas, como Austin Tice en Siria hace 13 años, que continúa desaparecido tras la caída del viejo régimen.
Y capaz pasó lo mismo con Jesús cuando encapuchados lo sacaron de su carro el 10 de diciembre, a punto de encontrarse con un pana en un café, para llevarlo a una casa clandestina y hacerle pasar un infierno mientras su novia y sus seres queridos lo buscaban por toda Caracas.
Siete meses después de su detención, el caso del ex-concejal y activista de 37 años es uno de los más reportados por la prensa en Venezuela y el exterior.
Lo explica, en parte, un currículo impecable como joven político y líder social, con recorrido en universidades e instituciones extranjeras. Y también (sin militar en Vente Venezuela) su cercanía con María Corina Machado y su círculo de confianza desde hace dos años, fungiendo en 2024 como encargado de la central de organización del Comando con Venezuela en Caracas.
También por su noviazgo con la activista Sairam Rivas, que en 2014 fue una de las primeras presas políticas de un Nicolás Maduro recién llegado al poder. Rivas, que pasó una temporada en El Helicoide con solo 20 años, asumió la vocería del caso de Armas y antes ayudó a fundar el Comité por la Libertad de los Presos Políticos, en el que es una figura referencial.
El caso de su pareja, dice Rivas, forma parte de un “patrón de destrucción” de todo el equipo de Machado y su comando de campaña: “Prácticamente todos los dirigentes estatales del Comando con Venezuela están detenidos, en la clandestinidad o en el exilio”.
A 15 días de la elección, Armas predijo la derrota del chavismo hablando de equipos organizados a nivel nacional, los llamados comanditos que se hicieron noticia mundial poco después.
Un primer aviso para ambos vino a pocos días del 28 de julio, cuando siete oficiales vestidos de negro se bajaron de una camioneta Jeep blanca, sin placas, frente al edificio donde vive Rivas en Guatire. Mientras ella, con el perfil bajo, se enfocaba en la génesis de un comité integral de familiares de prisioneros, la figura de Armas ganaba exposición mientras el país se acercaba al gran día.
Machado había anunciado el “fichaje” de Armas para su Comando en julio de 2023. El 21 de marzo de 2024, luego de que seis colaboradores cercanos a ella tuvieran que refugiarse en la Embajada de Argentina (y otros dos cayeran presos en plena luz del día), Armas homenajeaba a sus compañeros.
“Soy de los más nuevos integrantes de este equipo, pero desde el día 1 me han tratado de tal manera que siento que he sido parte siempre,” escribió en Instagram, antes de cerrar con un “¡seguimos hasta el final!”
A 15 días de la elección, Armas predijo la derrota del chavismo hablando de equipos organizados a nivel nacional (“desplegados en activismo y en procesos de formación de testigos”) que se hicieron noticia mundial poco después. Y en el Día D, Armas tuiteaba sobre la presencia de testigos por todo el oeste de Caracas, histórico bastión del chavismo hasta que no, y denunciaba incidencias en los centros de votación. Consumado el fraude, Armas difundió imágenes de las protestas, de actas con los resultados, y explicaba a medios como el Washington Post por qué los colectivos y la policía iban contra los comanditos.
Como él, decenas de miles de personas en el terreno (o más, podríamos decir) hicieron lo propio aquellos días, muchos como voluntarios y “últimos eslabones” de una maquinaria en apoyo a Edmundo González.
Pero Armas no era el jefe de la campaña en Caracas, aún siendo importante. Aquel rol estaba reservado para miembros de Vente Venezuela de larga data como Helen Fernández, ex-alcaldesa encargada del Distrito Metropolitano de Caracas, y directora del Comando con Venezuela en Distrito Capital, donde Edmundo obtuvo 64% de los votos.
Una caza de jefes regionales
La persecución contra ellos, los 24 directores del Comando en los estados de Venezuela, comenzó el mismo día del nombramiento público: Guillermo López, Juan Freites y Luis Camacaro no pudieron ejercer el papel que les dio María Corina en Trujillo, La Guaira y Yaracuy. El 8 de marzo se llevaron a Emil Brandt, jefe en Barinas.
A dos semanas de la elección, y luego de que Machado y Edmundo giraran por Oriente, llegó el turno de Ángel Aristimuño, único director del Comando que pertenecía a otro partido, Un Nuevo Tiempo. Aristimuño fue uno de los presos liberados la semana pasada a propósito del canje de personas entre los gobiernos de Maduro, Bukele y Trump.
Después del 28 de julio, María Oropeza grabó en vivo cómo agentes del SEBIN rompían la puerta de su casa en Guanare antes de llevársela, mientras ella rezaba y rogaba que no le hicieran daño. El expresidente de Fedecámaras Noel Álvarez, a cargo del estado Miranda, está preso desde la inauguración ilegal de Maduro. Y con la detención de Manuel Enrique Ferreira en Lara la semana pasada, el número de directores estadales del Comando capturados llegó a ocho.
El caso de Armas impresiona por la visibilidad que el joven político siguió teniendo en medio de la arremetida post-electoral.
Otros dos están en el exilio incluyendo a Omar González, encargado de Anzoátegui y jefe político del partido que salió de Venezuela tras burlar el cordón en la Embajada de Argentina.
Al menos 10 están en la clandestinidad según podemos inferir por sus últimas comunicaciones visibles en fuente abierta. En Amazonas, Isaac Caballero no volvió a pronunciarse más después de un recorrido opositor en Puerto Ayacucho el 8 de julio. Un día después, el SEBIN apareció frente a la casa de Lilibeth Sandoval en Cojedes. Tampoco se sabe más de Yanira León en Falcón, que llamó a protestar contra el fraude el 16 de agosto. La oficina política de Nahir Mota en Apure fue allanada en noviembre, al igual que la vivienda de Douglas Rodríguez en Bolívar este 31 de enero.
Lo último que sabemos de María Teresa Clavijo, de Carabobo, es que Diosdado la vinculó en noviembre a extranjeros capturados y acusados de concebir “planes desestabilizadores”. Y de Gustavo Ruiz, del Zulia, solo sabemos que la CIDH le otorgó medidas cautelares a él, su esposa y su hijo por encontrarse en situación de riesgo de daño irreparable. Y así sucesivamente.
Un caso que no iba a quedarse en silencio
El caso de Armas impresiona por la visibilidad que el joven político siguió teniendo en medio de la arremetida post-electoral, cuando la calle se apagó y las actividades políticas se limitaron al activismo digital, a una diplomacia fallida y a los homenajes en plazas, cárceles y oficinas públicas a víctimas y detenidos. Cuando se hablaba de la prisión de 2.500 personas, Armas se grababa acudiendo a vigilias y llamando a la gente a participar, como aquella en la Plaza Los Palos Grandes que dejó al exdiputado Williams Dávila desaparecido, y después recluido.
En septiembre, Cabello acusó a Armas y a “una coña que se llama Sairam Rivas” de recibir 10 mil dólares de parte de Machado para organizar una manifestación frente a la embajada de Brasil. El 1 de diciembre, la protesta de las “manos rojas” en La Castellana se concentró en exigir la liberación de presos y el avance de la investigación en curso en la CPI. La presencia policial ese día fue tal, dice Rivas, que Armas tuvo que irse antes de que terminara el evento.
Cuando le comento a ella sobre el grado de exposición que tenía su novio, en medio de una persecución tan aguda contra miembros del Comando, ella se encoge de hombros y responde que sí, que “siempre estuvo el riesgo inminente”.
“Cuando agarraron a Jesús le dijeron que tenían seis meses buscándolo, simplemente por ser parte de la estructura organizativa del comando de campaña”.
Han podido verse solo una vez desde su detención, cuando ella aprovechó el cortísimo espacio temporal donde los custodios aflojan las restricciones a un preso en los primeros días -donde el maltrato y la angustia suelen ser mayores- antes de tener que cumplir “órdenes de arriba” de aislar y prohibir las visitas. Rivas recibió una llamada de Armas al sexto día de su desaparición, estando ya recluido en la Zona 7 de la PNB en Boleíta, en el este de Caracas. Que le habían dejado llamarla y que fuese corriendo para allá.
“[Jesús] ha estado haciendo el trabajo duro, difícil y paciente que también es necesario en las sociedades libres. Yo creo que es así, en cualquier parte, que se salvan a las sociedades y las personas”.
Rivas logró ingresar y conversar con él solo 15 minutos. Armas le contó de las interrogaciones. De perder la noción del tiempo durante días por estar amarrado a una silla con la cara tapada. De ser asfixiado con bolsas de plástico mientras le preguntaban dónde estaban María Corina, Juan Pablo Guanipa y otros dirigentes de la oposición.
“Cuando regresé a Boleíta al día siguiente, los agentes del SEBIN me dijeron que Jesús quedó aislado e incomunicado apenas publiqué el tuit donde informo que logramos dar con su paradero”.
Armas -al igual que otros 15 presos políticos que incluyen al candidato presidencial Enrique Márquez, al precandidato Freddy Superlano y al exdiputado Américo de Grazia- no recibe visitas desde entonces. La única fe de vida tangible que Rivas recibe es la bolsa de ropa sucia que sus custodios hacen llegar a la puerta de El Helicoide, y algún mensaje sobre las cosas que necesita (“agarra un lápiz y anota ahí”, le dicen los guardias del SEBIN), como medicinas para el asma y otras alergias que tiene Armas.
Sus padres, que son mayores y están ahora al cuidado de Rivas, tampoco han podido verlo ni escuchar su voz. Los logros y homenajes que sigue generando Jesús, aún estando recluido, siguen siendo motivo de orgullo. Obtuvo un cupo para cursar un Máster en Política Internacional en Stanford. El profesor Francis Fukuyama, leyenda de las ciencias políticas, pidió su liberación inmediata. También lo hizo la Universidad de Bristol, donde Armas fue becado por el programa Chevening del gobierno británico. Y en junio, habiendo sido parte de ambas organizaciones fundadas por grandes oponentes, los “Global Leaders” del McCain Institute y académicos de la Obama Foundation firmaron un comunicado conjunto por primera vez en la historia.
“Jesús es parte de una generación de nuevos líderes que está haciendo las cosas de forma diferente. No es el típico abogado que se va a la CPI o se queda en universidades afuera”, dice Pedro Pizano, director en el Instituto McCain.
“Son 1.200 niños con agua potable en Caracas por Jesús”, continúa, refiriéndose a la ONG Ciudadanía Sin Límites que Armas lideraba. “Ha estado haciendo el trabajo duro, difícil y paciente que también es necesario en las sociedades libres. Yo creo que es así, en cualquier parte, que se salvan a las sociedades y las personas”.
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