Estados Unidos manda sus juguetes al Caribe, ¿qué significa eso para Venezuela?

No hay anuncios oficiales por parte de Washington, que al parecer destinó varios buques y submarinos para interceptar drogas desde Venezuela. A la fiebre de especulaciones se suman pronunciamientos en la región y un clima de paranoia en el chavismo

Por fin lo decimos por acá. Estados Unidos sacó los juguetes de alta precisión en el Mar Caribe y está creando suficiente ruido como para hacer volar la imaginación de los venezolanos (y los comentaristas de distinto pelaje) en todo el mundo, sin importar qué tanta satisfacción vaya a existir al final.

Por cuatro notas de Reuters sabemos que de acuerdo a “fuentes familiares con la decisión”, Estados Unidos está enviando un cúmulo de activos militares al sur del Caribe y cerca de las aguas territoriales de Venezuela. Esto incluye un número de marines.

La palabra “anfibio” ya había puesto a medio planeta a especular si se trata de la preparación de una invasión de Venezuela para derrocar a Maduro, aunque EEUU no ha hecho nada similar en el hemisferio de que sus tropas en Panamá cruzaron la calle para tumbar a Manuel Noriega hace 35 años, y aunque Trump ha dicho muchas veces que lo suyo no es meterse en conflictos ajenos. Ahora, la palabra “misiles” desató además elucubraciones sobre ataques quirúrgicos a jerarcas chavistas en Fuerte Tiuna. 

Lo crucial tiene poco que ver con la sofisticación y el alcance de los juguetes en el agua. Estados Unidos es perfectamente capaz de pegarle un bombazo en el pecho a quien sea, ni hablar de detectar narcosubmarinos o lanchas moviendo cocaína hacia el norte. Lo crucial está en entender las implicaciones reales que un despliegue naval gringo como este, tan distinto a los dos o tres barcos que EEUU suele tener rondando por el Caribe meridional, tiene y tendrá dentro de Venezuela, y también a lo largo de América Latina y el Caribe. Y con una Casa Blanca tan susceptible a los caprichos del presidente y que tanta ansiedad genera al mundo, entender qué tanta continuidad podría tener esta política.

Política que comenzó a asomarse entre el 7 y el 8 de agosto, cuando Washington duplicó la recompensa existente por Maduro y filtró a The New York Times que comenzaría a usar fuerza militar contra los carteles en la región. Todo esto vino pocos días después del primer aniversario del fraude electoral del 28J, y 15 días después de conocerse que Estados Unidos autorizaba otra vez a Chevron a operar en Venezuela. Luego vinieron dos filtraciones de dos fuentes anónimas a Reuters, que no es un medio sino una agencia de noticias con capacidad de rebotar información a todo el planeta, como explicábamos en el más reciente episodio de nuestro podcast Desde afuera

Ahí fue donde explotó la histeria colectiva de especulaciones. Desde entonces hemos visto un bombardeo de noticias y anuncios desde distintas instancias de gobierno. Algunos no parecen ser más que retórica. Otros son hasta engañosos. Y otros sí tienen que ver con lo tangible y lo material. Adrián González, de Cazadores de Fake News, se tomó el trabajo el fin de semana de ver dónde estaban los buques. La agencia Reuters ha sido la encargada de decirle al mundo cuáles serían los juguetes en juego. De esas notas citando “figuras familiarizadas con la decisión” contamos hoy siete buques y 10.700 tripulantes. Tres ya podrían estar en aguas del Caribe, señala Adrián. Otros tres (el llamado grupo anfibio) irían de camino. Y el séptimo llegaría la semana que viene. También se sumarían submarinos y aviones de patrullaje marítimo, todo según fuentes anónimas de Reuters. Todo complicado de monitorear incluso para los OSINTeros y dando pie a la especulación sin fin.

Una alianza limitada

Pero sí. Esta vez, la administración Trump proyecta mayor intención de usar sus capacidades militares contra operaciones de narcotráfico en el Caribe—tanto de carteles como de gobiernos que considera carteles, con Venezuela como caso particular—y de golpear las rutas hacia América del Norte y Europa.

Sentado junto a Trump, el Secretario de Estado Marco Rubio ayer hablaba de una “alianza internacional” contra el narcotráfico, pero el apoyo de otros países a la iniciativa militar aún se limita a compromisos verbales con los objetivos y poco más. De resto han sido algunos gobiernos aliados de Washington y rivales del chavismo que le siguen la pista a los anuncios recientes.

Ecuador y Paraguay nombraron al Cartel de los Soles organización terrorista, dos que tienen muy serios problemas en casa con el narcotráfico y la corrupción de altas esferas. Lo acaba de hacer Argentina también, donde el gobierno de Javier Milei también está diciendo que el Cartel de los Soles está lavando activos en aquel país. Nuestro vecino al este no llegó a hacer la designación especial, quizás temiendo incursiones o mayor hostilidad en el Esequibo y las aguas territoriales en disputa. Pero Guyana sí habló en apoyo firme a sus “aliados bilaterales” contra el crimen trasnacional y el narcoterrorismo. Trinidad y Tobago ha sido el más contundente de estas pequeñas naciones, al ofrecer su propio territorio frente a Venezuela para que Estados Unidos tome posiciones si lo solicita.

El miedo a ser purgado y la vigilancia entre pares que Maduro normalizó han empeorado con los anuncios desde Washington.

Por ahora esto tiene más que ver con lealtades a Washington en la región que con una iniciativa multilateral como la vieja Operación Martillo en el Caribe y América Central. Sólo Francia, con posiciones en Guadalupe y Martinica, dijo que está incrementando la presencia policial en sus costas y que usaría un dron especial para detectar movimientos sospechosos.

Para el liderazgo opositor, la información sobre el despliegue naval ha sido una oportunidad de reanimar la narrativa del colapso inminente ante sus seguidores. Tanto María Corina Machado como Magalli Meda han hecho hincapié en que están preparadas para tomar el poder una vez sea desmantelado el Cartel de los Soles. Machado asegura al público hispano en EEUU que no se trata de una operación extranjera de cambio de régimen, porque el pueblo ya ordenó eso el 28 de julio. Meda dejó ver que la apuesta clave es por la vieja y ansiada fractura mortal dentro del chavismo. Se refirió a la posibilidad de que “nuevos héroes” surjan en las próximas semanas o meses, y que gracias a ellos Venezuela viva su momento de celebración universal.

Pero por otro lado, el despliegue naval está intensificando el conocido clima de tensión y vigilancia dentro del chavismo. Nuestro reporte de riesgo político del pasado viernes habla de una atmósfera pesimista y nerviosa dentro del Estado y la FANB. El miedo a ser purgado y la vigilancia entre pares que la gestión Maduro normalizó han empeorado con los anuncios de Washington y las filtraciones de Reuters. En la propaganda digital chavista se repite al cansancio que dudar es traición, lema que cala fuerte desde el terror post-electoral. El liderazgo chavista usa un discurso a doble punta en estas circunstancias. Por un lado juega con la narrativa anti-narcóticos, no solo para justificar allanamientos y arremetidas contra sus llamados enemigos narcos y conspiradores (que en general se vinculan a Machado o Simonovis) sino también para purgar a los suyos, como se vio la semana pasada.

Nervios y purgas

Sin otro aviso previo que la agenda parlamentaria de aquella mañana, los diputados del PSUV levantaron la inmunidad de un diputado chavista y parte del colectivo tupamaro en Mérida. “Basura humana” que “ojalá que termine preso” dijo Jorge Rodríguez, sin ofrecer pruebas o mayor detalle. Él comunicó también la renuncia de Gladys Requena, inspectora general de tribunales y antigua diputada chavista. Y aún corre el rumor de que el ex vicepresidente y canciller Elías Jaua tuvo que esconderse días después de defender a la activista chavista Martha Grajales. Vladimir Villegas negó que Jaua esté en la clandestinidad, pero tampoco aparece este último para desmentir el rumor. Según fuentes privadas de Caracas Chronicles, estos personajes están bajo sospecha de filtrar información a gobiernos en el exterior.

La otra punta del discurso oficial acusa a otros países (como Colombia y Estados Unidos) de ser los responsables del narcotráfico, mientras que señala a Rubio y los representantes del Sur de la Florida como el principal decisor del despliegue. No el movimiento MAGA, y no Trump. Esto en miras a mantener abiertos los canales que se abrieron en enero entre ambos gobiernos con la intervención de Richard Grenell, y que resultaron en el canje trilateral de personas y el permiso privado para Chevron.

No significa que no haya inconsistencias en las comunicaciones del chavismo, lejos de ser monolítico y obediente a una sola narrativa, o que Maduro & Compañía no estén buscando solidaridades que les alivie la tensión. Parte de la intelligentsia partidista (círculos de corte intelectual y con influencia en ciertos medios) promueve la idea de que el despliegue es solo un pote de humo y parte de una psy op que fabrican EEUU y la oposición. También que estos actores no obtendrán mayor ganancia que anuncios de fin propagandístico sobre alguna interdicción, aún cuando admiten que el escenario es inestable y complejo. Su postura es mantenerse alerta, pero no darle mucha cuerda a los departamentos de Estado y de Justicia.

Pero si los juguetes en el agua se quedan ahí un rato largo, y EEUU de verdad produce disrupción en las rutas de narcotráfico, el impacto podría ser paradigmático. Un gran podría, ese.

No obstante, desde Miraflores se percibe una dosis de miedo y  preocupación de quedarse aislados mientras los juguetes flotan. Primero por anuncios como la prohibición al uso y comercio de drones. También por comunicados como el de cancillería ayer, que cita casi palabra por palabra la última nota de Reuters, apelando al Secretario General de la ONU y a la CELAC.

Como es lógico, el aparato de propaganda chavista ha girado las cámaras hacia el alto mando militar, varias veces en compañía de Maduro en actos y programas. Pero el contenido no se enfoca en las espectaculares capacidades de defensa de la revolución. La obsesión actual es con el alistamiento de la Milicia Bolivariana como primer bloque defensivo contra la invasión. Cuerpo que no puede tener cuatro millones de personas, pero sí puede ser lo suficientemente numeroso para cumplir funciones.

En particular, si vuelve a ocurrir un movimiento de masas como el de julio de 2024, al chavismo le interesa cuántas personas debe mantener todavía para labores “antisubversivas” y de sapeo. Ahí el chavismo entiende que todavía tiene agencia y recursos frente al enemigo, no haciendo gala de armamento ruso o de drones de modelo iraní. Aparte de eso, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, anunció que se desplegarán buques de guerra en aguas territoriales, como parte de una “zona de seguridad” frente a Colombia para detener la droga y el terrorismo que entren a Venezuela desde aquel país, otro antiguo leitmotiv chavista.

Aún estamos a la espera del primer “gran logro” con el despliegue, pero hay señales del interés en acciones que exhiban más a Venezuela como un narcoestado. Pam Bondi, fiscal general de Trump, dijo anoche que existe una narco-ruta aérea entre Venezuela y Honduras, Guatemala y México—tres países con gobiernos muy distintos y ninguno afín a la línea MAGA como El Salvador, por ejemplo. Es fácil suponer que EEUU podría usar la “caza” en contra de estos países (con un imborrable historial con los narcos y el crimen organizado) para exigir mayor influencia y discrecionalidad sobre su territorio. Ya Trump lo hizo con Panamá, y con otro pretexto lo está haciendo con Brasil.

Mientras, el liderazgo de Machado sigue jugando el peligroso juego de prometer colapsos inminentes cuando no tiene agencia real sobre las decisiones y los giros de Washington, justo como ocurrió con Chevron. Si los juguetes en el agua producen una que otra interdicción difícil de auditar, o con un impacto digerible para las estructuras criminales que son el blanco, Machado podría no sumar victorias significativas. No más que la celebración de algún anuncio del Comando Sur o la DEA.

Pero si los juguetes en el agua se quedan ahí un rato largo, y EEUU de verdad produce disrupción en las rutas de narcotráfico (y en otros negocios como el tráfico de minerales y seres humanos) el impacto podría ser paradigmático. Un gran podría, ese.

No sólo para Venezuela, sino para otros gobiernos regionales donde el crimen organizado también coopta y da de comer al poder político.