El costo de entretener la mente en Caracas, aunque sea por un ratico
En medio de tensiones militares, subidas del dólar y demás, los eventos culturales proveen algún desahogo emocional, pero muy pocos los pueden pagar


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A sus 29 años de edad, Gabriela Anaya solo ha asistido a tres conciertos de artistas internacionales (Wisin y Yandel, Melendi, y Jowell y Randy). El primero fue en 2022, en el estacionamiento del Poliedro de Caracas, un concierto que quedó grabado en su mente como “traumático” debido a la mala organización. Para ese año la industria cultural del país seguía intentado reactivar la organización de eventos masivos, tras el confinamiento por la pandemia y el paso de años oscuros de la misma crisis en la que Venezuela sigue inmersa, pero bajo otros matices.
Hiperinflación, escasez de alimentos, migración masiva, detenciones arbitrarias de civiles y políticos, aumentos constantes del dólar, elecciones presidenciales fraudulentas, son algunos de los males que ha atravesado (o atraviesa) la población venezolana desde hace más de 10 años, a lo que ahora se le suma la presión militar por parte de Estados Unidos en el Caribe.
“En medio del contexto en el que vivimos, asistir a un concierto se convierte en un desahogo necesario, en una oportunidad de desconectar completamente del día a día y de las preocupaciones que atravesamos”, considera Gabriela.
Sin embargo, cada que ocurre un espectáculo masivo reaparece un debate, tanto dentro como fuera del país: “¿cómo pueden costear esos gastos? si el sueldo mínimo es menos de un dólar”,”¿el país se arregló?”, “¿cómo pueden estar tan tranquilos con el país como está?”, “¡para ir a ver a Karol G sí hay plata!”, pueden ser algunos de los cuestionamientos hacía quienes acuden a estos espacios.
“El concierto puede ser un momento de catarsis”.
Para el periodista cultural Humberto Sanchéz Amaya, “en momentos de crisis, toda dinámica humana se presta a la controversia”. ¿Que alguien asista a un concierto, obra de teatro o al cine quiere decir que está exento de problemas? o ¿simplemente es un paréntesis? “El concierto puede ser un momento de catarsis, un momento de reflexión, pero luego hay que volver a la rutina y en la rutina es donde uno conoce lo afilada que puede ser la vida, más aún en un contexto como el venezolano”, explica Humberto.
Entonces, si una persona con este nivel de ingreso, desea comprar el boleto más costoso para ver El Cascanueces, en el Teatro Teresa Carreño, requiere del 21 % de su salario solo por el valor de la entrada.
Gran parte de estos eventos musicales con estrellas suele agotar su boletería. Sin embargo, la realidad apunta a que la mayoría de la población opta por entretenerse con opciones mucho más sencillas y económicas, que no impliquen gastos extras como traslado, pago de estacionamiento o consumo de alimentos y bebidas o compra de souvenirs.
La Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENDCC) elaborada en julio de 2025 por el Instituto de Investigaciones de la Información y la Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello, detalla que 56,8 % de los encuestados utiliza casi todos los días plataformas de streaming para ver películas, series u otros programas, la mayoría a través de Netflix (59 %) y Magis TV (58 %), esta última una opción pirata que no requiere pago por suscripción.
Más allá de su profesión, Humberto es un caraqueño como cualquier otro al que le gustaría poder asistir a más obras de teatro, pero ¿qué lo detiene? El hecho de que “la oferta teatral en Caracas es cara”.
En la actualidad, el costo de una entrada para una obra puede costar entre cinco y 50 dólares, pero la realidad es que en Venezuela destinar parte del presupuesto personal para la recreación y el ocio es un lujo. Esto contrasta con que la mayor parte de los ingresos de los venezolanos va destinado a la compra de alimentos (alrededor de 32-35 %) y el pago de transporte (alrededor de 20 %), según datos de Atenas Grupo Consultor.
A principios de 2025, el Observatorio Venezolano de Finanzas calculó que el ingreso mensual promedio de un trabajador del sector privado era de 237 dólares. Entonces, si una persona con este nivel de ingreso, desea comprar el boleto más costoso para ver El Cascanueces, en el Teatro Teresa Carreño, requiere del 21 % de su salario solo por el valor de la entrada, sin incluir impuestos.
Gabriela asistió recientemente a un cuarto concierto en Caracas, el “Old School”, un evento que agrupó a varios artistas puertorriqueños del reguetón, cuyos éxitos datan de décadas pasadas. Al igual que Gabriela, solo 16 % de los consultados para la ENDCC, asistió a un concierto en 2025.
Para Humberto, el problema de la cultura en Venezuela pasa más por lo económico, que por un problema de falta de creación o de creadores artísticos. Desde su punto de vista, es una industria “interesante”, más que sólida.
El costo de las entradas para este reciente evento músical iban desde los 20 a los 400 dólares. Mientras que en Colombia, justo al lado, hay conciertos de artistas pop del momento como la artista británica Dua Lipa, con entradas desde los 75 hasta los 220 dólares.
“Por supuesto que he considerado la idea de viajar al exterior para ver a un artista que no incluye a Venezuela en su gira, pero pagar pasajes, alojamiento, comida y entrada se sale por completo de mis posibilidades. Por ello, valoro enormemente y hago el esfuerzo por asistir a los conciertos de mis artistas favoritos cuando la oportunidad se presenta en el país”, dice Gabriela, quien es comunicadora social y en la actualidad no cuenta con un empleo fijo.
El presupuesto para este último concierto al que asistió Gabriela fue de aproximadamente 100 dólares, lo que incluye el costo de la entrada. La frase que define sus idas a conciertos es “economizar bastante” comprando una entrada que no sea tan cara, pero que sea una opción en la que al menos esté cómoda y logre ver bien, y pagando el traslado en taxi entre varias personas.
Para Humberto, el problema de la cultura en Venezuela pasa más por lo económico, que por un problema de falta de creación o de creadores artísticos. Desde su punto de vista, es una industria “interesante”, más que sólida. Lo cierto es que en un fin de semana en Caracas puede haber propuestas de cine, música, teatro, museo, entre otros. “El gran problema es ¿cómo costeamos todo eso?”, se pregunta.
Aunque limitada, dentro de la oferta cultural caraqueña puede haber un poco de todo, desde exposiciones en museos y eventos masivos (organizados sobre todo por alcaldías) sin costo de entrada. El cine sigue siendo una opción de entretenimiento seguro para el que se necesitan entre 5 y 7 dólares por entrada.
El Sistema de Orquestas cada tanto ofrece espectáculos musicales en la Sala Simón Bolívar, cuyos costos están entre los cinco y los 10 dólares. Cuando se trata de teatro, hay salas activas, como el Trasnocho Cultural, el Teatro Teresa Carreño o el Teatro Luis Peraza, que ofrecen una cartelera con variedad de precios, pero la inversión mínima es de cinco dólares. Un dato interesante de la ENDCC es que, de las personas consultadas, solo 7.9 % asistió al teatro en 2025.
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